Se nos acababa el intercambio pero queríamos aprovechar los últimos días de la mejor manera posible.
Asistimos a nuestras últimas horas de clase y pusimos rumbo al local donde impartían cursos de cocina, en concreto nosotros íbamos a conocer de primera mano todos los secretos para hacer deliciosos macarons, muy populares en Francia.
Nos lavamos las manos, nos arremangamos y fuimos repartiéndonos las tareas que la simpática chica que nos ayudaba nos iba diciendo.
Algunos controlamos la temperatura, otros la masa, otros el relleno, otros batimos el merengue...todos participamos y esperamos ansiosos a que fueran saliendo del horno los más de 150 macarons de Chocolate y Frutas del bosque que hicimos entre todos.
Finalmente llegó nuestro botín, unos los reservamos para tomarlos con nuestras familias pero otros no aguantamos la tentación y los probamos recién hechos.
Nos fuimos a casa y preparamos las maletas, y nos dimos cuenta de que íbamos a echar de menos esos días tan estupendos que habíamos pasado en Burdeos.
LLegó el viernes y muchas emociones e ideas se pasaban por nuestras cabezas. Algunos preferían pensar en el reencuentro con sus amigos y familiares pero otros no podían creerse que todo hubiera acabado, y alguna lágrima asomó en el rostro de varias personas.
Intentamos ser positivos, al fin y al cabo son nuestros vecinos y es una suerte haber hecho amigos a los que poder visitar.
Ya en el autobús nos dimos cuenta de que teníamos que estar contentos por lo disfrutado, por lo aprendido y entre promesas de volver a quedar, canciones, películas, risas y algún que otro bolazo de nieve llegamos a Valladolid donde nuestras familias nos esperaban con los brazos abiertos, y mucho mas tranquilos al ver que el viaje se realizó sin ningún contratiempo e incluso llegamos antes de lo esperado.
Hasta pronto Burdeos
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